viernes, noviembre 19, 2004

Ansiedad

Llevo días sin poder respirar hondo... cuando lo hago, algo me oprime el pecho, como si dentro de él se perdieran 15 agujas a un mismo tiempo.

Ansiedad... necesito relajarme, reposo mi cuerpo desnudo sobre las sábanas y cerrando los ojos empiezo con los ejercicios de relajación que llevo haciendo desde hace unos días. Tomó el lapiz imaginario que va describiendo y dibujando cada una de las zonas de mi cuerpo, primero el contorno, luego los detalles que me hacen única, diferente a cualquier otra persona.

Al rato, siento una presencia en la habitación, me cuesta abrir los ojos y al hacerlo me encuentro su sonrisa en el umbral de la puerta. Me incorporo, sintiéndome descubierta... cuando sus manos se apoyan en mis hombros ayudándome a recostarme nuevamente.

Sus dedos comienzan a dibujarme en el mismo lugar en que el lapiz se detuvo, me acarician ligeramente, suavemente, mi piel casi no lo nota pero se eriza, logrando que mi cuerpo se estremezca. Sus dedos van abriendo el camino para que ahora sean sus labios los que me dibujan, su lengua marca el contorno de mi cuerpo con un sendero húmedo que consigue estremecerme nuevamente.

Las agujas de mi pecho se disipan con la misma facilidad que tiene mi piel en gritar su nombre. Lo siento escapar de mis labios... y volver a reencontrarse con ellos.

Abro los ojos al tiempo que mi cuerpo empieza a temblar... no está, no estuvo jamás... quizás algún día esté... estará.

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