sábado, enero 08, 2011

Café

Un sorbo y las manos confusas, buscando anudadas bajo la piel. Y los pasos cansados por el pasillo, las palabras taladrando los cristales de las ventanas desde las que miro y no veo.
Otro sorbo y las canciones sonando tibias, lejanas, acostumbradas a morir en mis oidos como el ronroneo de los labios al besar.
Pies de barro y pasos de metal.
Otro sorbo, y otro y otro más. Hasta el final, hasta la muerte errante, hasta la podrida ausencia de dolor y de felicidad.
Arrastrándome. Aplastándome. Asfixiándome. Torturándome.
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Y en el poso del café tu sonrisa que me devuelve la vida de nuevo.