Manos atadas. Brazos anudados, piel despojada. Calma rota.
Me duelen los ojos de llorar con motivo, de mirar atrás, de rogar por algo que sé de antemano que no va a suceder.
Y la vida, convertida en un mosaico grotesco. Miles de teselas mugrientas, que se clavan en los párpados rotos de impotencia y desesperanza.
Respirar es tan difícil así...