martes, septiembre 22, 2009

Desamanecerme

Tres pasos contados. Uno. Dos. Tres.

El alma en la comisura de mis labios, y la piel... la piel tan tirante que siento la sangre golpearme las sienes. Cabizbaja, opaca, triste, muerta. Pensando en voz alta, tarareando palabras de una vieja canción que no termino de recordar. Muriendo. Tal vez apagando las luces de las farolas de mi calle. O arremolinándome entre las mantas y las nubes bajas que me rozan las mejillas.

Tres pasos contados. Uno. Dos. Tres.

jueves, septiembre 17, 2009

Terapia

Respirar aquí es diferente. El sol no me pica en los hombros, y la luz... es tan distinta.

Es bonito caminar de su mano por parques amplios, con ese verde que jamás habrá en mi Granada, que sólo puede darse aquí. Y camino feliz porque voy de su mano. Feliz porque estoy empezando poco a poco a salir de una espiral que me ataba los pies y arañaba los brazos.

Y caminando... tropiezo con mis lágrimas también. Y pienso en el sol que pica en los hombros, en esa luz tan distinta de mi Granada, y sin querer mojo mi rostro como ayer, como hoy... como todos los días. Y me sorprendo cerrando los ojos y rogando escuchar los ladridos de Zeus, y los pasos pausados de mi padre subiendo la escalera.

Y aprieto más los ojos, porque nunca es suficiente, y acabo sin escucharlos. Y me torturo porque no soy capaz de impregnarme del olor de mi madre, y porque necesito darle un beso en el cuello y hacerla reir. Y me torturo... porque no oigo la risa escandalosa de Eli y sus abrazos interminables. Y la piel se trenza de nuevo.

Y a veces me cuesta respirar porque respirar aquí es diferente. Porque el nudo del pecho no se afloja, y porque la piel me dice que la próxima vez que mis niños me encuentren, ya no me miraran igual. Y el nudo se aprieta un poco más.

Vuelvo a caminar de su mano y todo parece más facil. Parece... pero no lo es.