martes, febrero 19, 2008

El final del final

Todo acaba.

Y hoy no estoy triste por cerrar esta habitación oscura de mi casa. Oscura porque siempre estuvo a media luz, la única luz que siempre necesite para escribir.

La vida cambia y evoluciona. Nos evoluciona, sin llegar a cambiarnos lo suficiente para ser mejores. Hoy soy feliz. Me sumerjo en nidos de sonrisas y la paz me inunda como siempre necesite. Soy demasiado visceral para vivirme sin escribir, así que lo seguiré haciendo pero ya no aquí.

Gaddira no muere porque sigo siendo yo, y la gente que conocí en esta semioscuridad seguirá ahí en algún lugar prendida en mi solapa. No es una despedida porque quien quiera estar siempre estará. O tal vez sí lo sea, un hasta siempre a aquellas personas que sólo sintieron curiosidad o morbo por una Gaddira a media luz.

Seguiré escribiendo pero sin necesidad de adulación expectante ni interesada, seguiré escribiendo con las palabras que se me agolpan en los dedos y en los labios.

Tal vez algún día todos nosotros, sombras al fin y al cabo de nosotros mismos, nos encontremos en un zaguán sin más luz que la de la noche oscura, quien sabe...

Hasta siempre

martes, enero 08, 2008

Miedo

Porque no sabría perderte hoy. Ayer tal vez, con los ojos tibios podría haberte perdido. O mañana con la paz de tus ojos azules en mi regazo. Tal vez mañana sepa perderte, pero no hoy.

Nunca supe dormir. Y me refugiaba en la oscuridad de los pasillos que escalonaban la casa, intentaba olvidarme del insomnio en cada resquicio en cada rincón, y sin embargo sabía que tus manos fuertes estarían allí para encontrarme. Si mi voz se helaba, si mi garganta se secaba de tanto gritar, si el dolor venía o si mi alma se escarchaba por ausencias o presencias que no sabían anidarme.

Tú, fuerte y oscuro. Cálido y errático. Tú, único y febril. Caballero andante en un nido de mujeres anárquicas y soberanas, mentirosas y sibilinas, dolorosas y entregadas, siempre apasionadas. Y tus manos y tu paz... y nuestras manos y nuestro corazón...

Permíteme que te arranque las ganas de saber, y que me las arranque del pecho este día gris y ópaco como nuestros ojos hoy, los tuyos no... tan azules siguen queriendo saber. Yo no. Yo no quiero ver más allá de tu espalda cuando caminas y te veo partir. Hoy sólo quiero sentir tu mirada fija en mi pelo, tu sonrisa en el rostro curtido de años y vidas, cada vez que salgo por la puerta.

Déjame abrazarte las ganas de vivir y permíteme la desesperación hoy. La debilidad.