Estabamos cerca, mucho. Notaba el calor de tus labios sin tocarlos, tratando de resistir las imperiosas ganas de besarte, de pasear mi lengua por el contorno de tu boca, y atrapar con mis dientes un trocito de ti.
Te beso y me besas. La piel feroz, nublada, confusa... sin permitir la distinción entre tus límites y los mios... y desperté.
Desperte ansiosa, voraz, hambrienta, sedienta, tan intensa que aun me duele la piel de no poderte acariciar.
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