miércoles, junio 16, 2004

Leyenda brasileña

LA HISTORIA DE IASÁ

(Leyenda Cashinahua - Brasil)


En la tribu de los Cashinahuas vivía una joven tan hermosa que todos los que la veían se enamoraban de ella. Pero Iasá amaba solamente a Tupá, el hijo del dios supremo Tupán.

El demonio Anhangá, enamorado también de Iasá, sentía una terrible envidia de Tupá y decidió robarle a su amada. Para lograr su maligno propósito, apareció un día ante la madre de Iasá y le dijo:

-Si tu impides la boda de Iasá y Tupá haciendo que tu hija se case conmigo, yo te daré caza y pesca abundantes durante toda tu vida.

La ambiciosa madre pensó que si obedecía a Anhangá no tendría que preocuparse más por conseguir alimento. De inmediato le prohibió a Iasá volver a ver a Tupá y decidió fijar la fecha de la boda de su hija con Anhangá.

Al conocer la decisión de su madre Iasá se sintió desesperar. Sabía que al casarse con Anhangá tendría que ir a vivir al infierno, en el centro de la tierra, y que jamás volvería a ver el cielo, donde vivía su amado Tupá junto a su padre, el dios supremo Tupán. En medio de su tristeza, quiso ver a Tupá por última vez, aunque sólo fuera de lejos, y así se lo pidió a Anhangá.

El demonio decidió complacer a Iasá pero le impuso una condición:

-Te harás una herida en el brazo para que las gotas de tu sangre marquen el camino que te lleva al cielo, y así podré seguirte.

Conforme a lo prometido, el día señalado para la boda, poco antes de la ceremonia, Iasá partió a visitar a Tupá por última vez. Se había hecho una herida en el brazo y a medida que avanzaba, las gotas de sangre iban formando un camino rojo en el cielo.

Tupá que era muy poderoso, ordenó al sol, al cielo y al mar que acompañaran a Iasá en su camino y que para confundir a Anhangá dibujaran tres caminos más, al lado de la franja roja. El sol, Guarací lo trazó de color amarillo, el cielo Iuaca lo dibujó azul claro, y el mar Pará formó uno azul oscuro.

Pero Iasá no logró llegar al cielo, ni ver a Tupá, debilitándose cada vez más, fue cayendo lentamente hacia la tierra. Su sangre se mezcló primero con la franja amarilla de Guarací y se formó un camino anaranjado y, después al mezclarse con el azul de Iuaca, dibujó otro arco de color violeta.

Al caer sobre la tierra, Iasá murió en una playa, bañada por el agua del mar y por los rayos del sol. No se casó con Anhangá, ni llegó a morar en el infierno...

De su cuerpo subió un arco verde, formado por la mezcla azul de Pará con el amarillo de Guarací, y se convirtió en el séptimo arco que seguía la trayectoria de los otros seis.

Así se formó el primer arco iris y ésta es la historia de por qué tiene siete colores y aparece siempre en el cielo en forma de arco.

El camino de Iasá






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