lunes, febrero 21, 2005

RESURRECTURI

Y murió.

Porque el amor no mata pero ciega.

La ceguera no mata pero desorienta.

Estar desorientados no mata pero debilita.

La debilidad no mata pero crea miedos.

El temor no mata pero paraliza.

La paralización no mata pero nos hace esconder la cabeza.

Esconderse no mata pero nos oculta la mirada.

No querer mirar no mata pero nos hace ingenuos.

La ingenuidad no mata pero nos hace accesibles.

La accesibilidad no mata pero nos expone.

Exponerse no mata pero despierta recelos.

El recelo no mata pero degenera en envidia.

La envidia no mata pero duele.

El dolor no mata pero nos hace desear morir.

Y entonces... murió.

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