Camino por un callejón oscuro, lleno de cajas... con un olor nauseabundo que me hace plantearme si volver o seguir caminando. Llego tarde y no quiero hacerle esperar hoy también. Cubro mi nariz y boca con una de mis manos, filtrando el olor con mi perfume, en un intento de respirar sin que las arcadas me invadan.
Pasos a los lados me hacen pensar que no estoy sola, acelero el ritmo... pero un golpe seco en mi estomago me hace caer al suelo. Siento un calor extraño en mi cabeza (tal vez sea sangre) y un gruñido envolvente rodeando mi cuerpo. Me trato de incorporar para huir, pero algo se coloca sobre mi haciéndome sentir su respiración demasiado cerca de mi rostro.
No puedo gritar, sólo consigue salir de mi garganta un gemido ahogado, un sollozo desesperado, la impotencia tomando cuerpo...
Algo se acerca también por la derecha, hasta colocarse junto a mí. No distingo más que sombras y su aliento rozando mi mejilla. Más sombras se aproximan, no sé qué son, ni cuántos... pero escucho el rechinar de sus dientes en torno a mi cuerpo, y siento dolor... excesivo dolor... cuando sus dentelladas desprenden mi carne, cuando sus afiladas uñas arrancan mi piel y mi pelo, cuando sus manos quiebran mis huesos... dolor, demasiado dolor.
Mientras... sus respiraciones se aceleran acercándose a un orgasmo intenso de sangre, de vísceras... de poder otorgado por mi propio sufrimiento.
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