Este poema tiene ya un tiempo... pero es de lo poco que he escrito que me sigue gustando.
Piedras.
Un bolsillo lleno de piedras. Mutilando la cadencia de mis pasos, obligando a mi cuerpo a postrarse en la inerte tierra de la realidad; más que inerte muerta, más que muerta asesinada...
Piedras.
Un bolsillo lleno de piedras. Ocres, oscuras, febriles, marchitas, ajenas al corazón sin latido que puebla mi cuerpo; intrusas en esta cárcel abandonada en que convertí mi tristeza.
Piedras.
Un bolsillo lleno de piedras. Acorazando el alma con el débil adobe de mi valentía, construyendo ruinas, restaurando ausencias, fabricando fantasmas con mis dedos.
Piedras.
Un bolsillo lleno de piedras. Intercalando la tierra rojiza que mis manos arrancan al suelo, y la rojiza sangre, manada de la muerte de los sueños sembrados en mi almohada.
Piedras.
Un bolsillo lleno de piedras. Golpeando las palabras sin sentido de los labios que regalan mentiras para huir de su soledad; hipocresía velada, oculta, sigilosa,... dolorosa, resultado del destierro del verbo amar.
Piedras.
Un bolsillo lleno de piedras.
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