La Ventana
Desde la ventana parece verse el mundo. Las cortinas filtran las imágenes, para que al contacto con sus ojos la claridad no la golpee. Las cosas son tan diferentes desde este lugar.
El mundo aquel que se ve, se deshace bajo un manantial de agua, se despereza con el llanto del cielo, con la melancolía de su alma...
Cuantas personas debe haber mirando por esta ventana, miles millones de corazones que vuelan atravesando el cristal, hasta tocar con sus labios hasta beberse gota a gota, el universo que se esconde tras todo lo que ve.
Ese universo es tan inmensamente grandioso que nos resulta pequeño.
Cuantas personas soñarán desde un rincón con encontrar un pedazo de alma que les permita ser felices; cuantas personas habrá que mueran en vida por no atreverse a vivir.
Cuantas palabras, podría regalar este trozo de vidrio. Tantos secretos aguarda para aquel que sepa escuchar y sonreír.
Sus ojos recorren ese mundo, lleva tanto tiempo mirando desde ese lugar, que se perdieron en un punto y ahora no quieren volver. En ocasiones cierra los ojos para escuchar la lluvia, para detener el tiempo, y concentrarse en el murmullo del agua acariciando los árboles, seduciendo los tejados, recitando versos tan sublimes que sólo puede escucharlos ella.
Sabe escuchar y sonreír, sólo vive para eso... hace tanto tiempo que ya no quiere ver más allá de esa ventana, hace tanto tiempo que durmió sus deseos de bailar bajo la noche oscura, de danzar entre aquellos árboles que parecen abrazar al viento para que no huya.
Hace tanto tiempo que no quiere hablar, que su corazón ya no se lo pide; las palabras murieron en su interior, sin ser escuchadas por nadie. Su alma agotó las lagrimas de llorar en el más triste silencio.
Vive para mirar desde allí porque es allí donde está el mundo, el mismo que se mueve mientras lo examina sigilosa tras unas cortinas.
Sus manos ya no tienen vida porque se cansaron de esperar que otras manos las tomaran, entrecruzando viejas ilusiones. Lleva tantos años muerta que el tiempo la perdonó.
Fue y es tan bella, que en ocasiones, parece que el mundo que observa desde su carcel de cristal, la vigilase. Jamás ha faltado a su cita, sus ojos se paralizan todos los días en un punto diferente: tal vez espere a alguien, tal vez el mundo la espera a ella, pero mientras ... cada mañana vuelve allí a aguardar, a soñar con el día en que pueda morir, el día en que su alma pueda volar y recorrer el mundo que ahora ve desde su ventana.
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