Antes tuve una conversación, en la que proclamé mi odio hacia las personas que presumen de ser felices. Detesto a la gente que porta siempre una sonrisa de oreja a oreja, y te vende que su vida es terriblemente perfecta, y luego te miran con una especie de lástima sonriente, porque la tuya no roza siquiera esa perfección.
Y que? mi vida no es perfecta, es más no lo será nunca ni yo pretendo que lo sea. A ratos incluso mi vida se convierte en un caos. A mi me gusta así. No pretendo ser feliz las 24 horas del día, todos los días de mi vida. Eso sería sumamente aburrido, ni siquiera sabría apreciar mi propia felicidad.
Necesito mis momentos de tristeza, soledad y rebeldia ante un mundo que no me comprende. Necesito sentir que mi vida se va a la mierda, y que poco a poco la recompongo tal y como a mi me da la gana.
No soporto a la gente que presume de vivir en La casa de la Pradera, y a mi qué me importa el grado de perfeccion que rocen. Soy imperfecta, y lo proclamo: soy FELIZMENTE IMPERFECTA.
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