Hoy la vi. Llevaba años sin verla.
Estaba allí sentada en un banco circular, rodeada de tres carros de bebé con ropa amontonada. Su pelo cano, más que verse, se imagina... un trozo de tela negra, recubre su cabeza a modo de turbante.
Su cuerpo es pequeño, delgado, aunque una túnica oscura sólo permita ver su rostro envejecido y sus manos, arrugadas, venosas, huesudas, marchitas... que aprietan contra su pecho una bolsa de plástico verde. Sus ojos fijos en algún punto inconcreto, parecen atravesar a las personas que con paso rápido cruzan la plaza.
Hoy la vi. Llevaba demasiados años sin verla.
La recordé en la misma plaza diez años antes. Estaba igual de marchita, como si no hubiesen pasado más de tres días desde la última vez que la vi. Yo era una niña ahora creo que sigo siéndolo...
Sólo escuché una vez su voz... yo esperaba a alguien, ella probablemente hacia tiempo que no esperaba ya nada... y se acercó para decirme sólo cuatro palabras: La lluvia te mojará!
Mire al cielo y no encontré ni una sola nube. Pensé que estaba loca, mientras la veía alejarse empujando sus carritos de bebé hacia un banco diferente de la plaza.
Hoy la vi. Y sonreí al verla... sonreí al verme.
Al final ella llevaba razón. Han pasado diez años y siento como la lluvia me ha empapado la ropa hasta tocar mi cuerpo, como mis manos apartan el cabello mojado de mi rostro... Hubo un día en el que creí que era invencible, hoy soy feliz sabiendo que no lo soy... aunque mire al cielo y siga sin ver nubes...
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