Tengo problemas con mis promesas. Me acaban esclavizando...
A veces las personas me miran a los ojos y me arrancan de los labios palabras a las que aferrarse, y muchas de esas ocasiones el tiempo me golpea la frente avisándome de mis propias palabras para que no las deje caer en el olvido.
Prometí volver y vuelvo... con ganas de escribir, con necesidad de compartir mis palabras, pero hoy quisiera realizar mi última promesa: no quiero volver a prometer.
Y esto significa que me aburrí de que me pidan promesas que anclen las vidas ajenas; no prometas y asi no incumples... simplemente no prometas, porque lo prometido es previsible y lo previsible es al margen de aburrido simplemente triste.
No me gusta esperar que se cumplan las promesas, me agota el paso del tiempo y los golpes de calendario que tan solo me indican que aun no llegó el día en que se cumpla lo pactado.
No más pactos, no más promesas...
Hoy pretendo vivir como sé hacerlo, día a día... disfrutando de las cosas como vienen, de lo que siento y de lo que despierto en los demás. Hoy pretendo apasionarme por las cosas y sentir que se apasionan por mí sin darme una fecha un plazo o el dibujo de un futuro.
Hoy me siento con fuerzas, porque respiré hondo, profundo y me di cuenta que me gusta lo que soy, aunque sigan queriéndome cambiar los demás.
Hoy prometo no prometer, y mucho menos dejar que me prometan.
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