Se asomó ligeramente al balcón, despreocupada como siempre. La vida le rozaba suave y cálida. La brisa del atardecer le hizo estremecerse, y refugiarse en su propio abrazo para sentir la tibieza de su piel.
Pensaba en los ojos del niño que la besó por primera vez y en los del hombre que lo acababa de hacer. En los pasadizos con espejos del parque de atracciones, en los que le miraba sin que él lo notara. En sus labios fríos por el hielo del refresco. En las manos que apretaban en la noria las suyas aun más diminutas.
Pensaba en pensar como entonces, en sentir como entonces, en ser como entonces. Sintió de nuevo un escalofrío, el verano agoniza. Dejó el balcón atrás y se recubrió de nostalgia en el hueco amplio de su realidad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario