Esas en las que sabes que todo acabará mal. Llorando, tal vez furiosa, exhausta de fingir indiferencia.
Esas, en las que las palabras se encadenan a los brazos hasta impedir el vuelo, y atenazada te encoges esperando que escampe para salir al mundo.
Esas, que se vuelven tibias antes de tiempo, o esas en las que el dolor lo funde todo en negro y la música ensordece de golpe.
Esas noches que nunca fueron eternas pero siempre estarán ahí.
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