La vi sonrerime cada vez que abría los ojos, y me veía inmensamente pequeña ante esa sonrisa calida y esa mirada que no se apartaba de mi. Le cogí la mano y me la lleve conmigo, para siempre. Hasta siempre.
Y me vi pequeña, sentada en sus piernas sanas. Viendo esa sonrisa cuando la mía era libre y más verdadera. Y recuerdo sus canciones porque no tendré vida para olvidarlas. Y recuerdo su voz porque ahora forma parte de mi.
Contemplando su pelo al trasluz de la ventana. Cantando y contando colores que son distintos desde que ya no está.
Me despedí sabiendo que no volvería a verla y engañándome con que sí lo haría. Y en el fondo mi adios no supo ser un adios, hasta que ella me lo dijo a mi.
Y la vi sonreirme mientras me iba, sin darme cuenta de que era ella la que se marchaba.
Requiem por ti, Soledad.
2 comentarios:
¡¡ Cómo sabes emocionar a la gente, puñetera !!
Que bonito
Publicar un comentario