Tres pasos contados. Uno. Dos. Tres.
El alma en la comisura de mis labios, y la piel... la piel tan tirante que siento la sangre golpearme las sienes. Cabizbaja, opaca, triste, muerta. Pensando en voz alta, tarareando palabras de una vieja canción que no termino de recordar. Muriendo. Tal vez apagando las luces de las farolas de mi calle. O arremolinándome entre las mantas y las nubes bajas que me rozan las mejillas.
Tres pasos contados. Uno. Dos. Tres.
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