Oscuridad y la habitación vomitando luz.
Manchas por el suelo, por las paredes y en la piel de los hombres que habitan sin darse cuenta de ser habitados. Sangre como savia de arboles que aun no murieron pero moriran. Y piel arrancada de párpados que no entienden porque han de cerrarse sin ver lo que ansían.
Susurros que no llegan y gritos que no se van.
La mancha en la pared de un cuadro que debió estar pero no está. Cadenas arrastradas por manos propias hasta anudar piernas, pies, espalda y brazos, pero lo demas... libre. Y sin embargo no encuentra ramaje del que colgarse, para trepar hacia el horizonte.
Y manos nerviosas que martillean piel ajena mientras esperan desesperadas.
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