No.
No quiero un beso fugaz,
ni una caricia robada;
ni siquiera pretendo que me quieran.
No.
No me interesan los ramilletes de palabras,
entrelazadas durante minutos
hasta hacerme perder de vista el horizonte.
No.
No anhelo flores de papel
marchitas cuando el agua las besa,
ni semillas de viento
desterradas por las sombras.
No.
No quiero versos sumiendo mis oídos,
en un templo de sueños;
ni pinceles, ni tinta, ni lápices
que dibujen algo que no poseo.
No.
No pido manos
que entrelacen mis manos
a la luz de la luna,
y que me cubran los ojos
durante el día.
No.
No pretendo promesas,
ni palabras, ni contratos:
ni compañía, ni deseo, ni amor.
No.
No acepto mentiras hermosas,
suavizando una verdad asesinada,
tal vez cruel, inerte, podrida
pero cierta.
No.
No quiero hacer un canto ni un poema,
ni vender mi corazón
a un desconocido;
ni siquiera pretendo
que alguien comprenda,
que mi alma
aun no entiende lo que escribo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario